Este libro representa innumerables sentimientos y pensamientos del escritor.

He aquí dicho libro con el cual tanto fantaseo y deliro el mismo por mucho tiempo.
La única persona que escribirá en el será el poseedor de estos sentimientos y pensamientos.
Porque como se dijo anteriormente "El »[¤PANDAREN BOOK¤]« perdurara a través de los años,
bien para que se sigan plasmando escritos en el, como para que en el futuro se puedan recordar y notar cambios de la vida".
Al igual que transmitir su contenido de manera constructiva o no.
Saludos.

Su escritor, Renzo Santiago Villagra.

lunes, 8 de abril de 2019

Pg 107




Rumbo a ningún lugar III.

Y otra vez solo una gota cayó en su interior. Pero esta vez los resultados fueron peores.
Como si de pronto un abismo se formara en medio de ellos dos, como si el vacío nuevamente reinara dentro de él.
A pesar de estar a tan solo un paso, él no podía evitar sentirla tan lejana.
Tan cerca y tan lejos.
Estuvo a punto de decirlo, estuvo a punto pero no lo dijo.
Ella lo miraba desentendida. Pero el ya no se movió, ya no habló.
De pronto sintió dolor en todo el cuerpo, como si una estaca le hubiera atravesado el pecho,
y de no ser porque ella lo estaba mirando se hubiera doblado del dolor.
Hasta hubiera tratado de gritar, solo para desgarrarse la garganta.
Porque después de tantos años, solo ella seguía siendo la única cuyos recuerdos lo hacían feliz.
La única que sin explicación le devolvía la vida.
Como un hechizo...
Como un hermoso e infalible hechizo.
Que le hiciera recordar todo lo que había dejado atrás.
Como si mágicamente estuviera enamorado otra vez.
Solo ella, la única.
Y después de tenerla a su lado otra vez, aun a pesar de tan poco tiempo.
Él no estaba preparado para otra despedida, no estaba preparado para perderla otra vez.
Pero él no se movió, estaba petrificado, y el tiempo seguía corriendo.
Él debía decirlo, tenía que hacerlo.
Sin importar lo sucediera después, él quería decírselo una vez más.
Él quería que ella lo escuchara una vez más de su boca. Pero no lo dijo.
Era inevitable, él lo sabía. Él podía sentirlo.
Todo se derrumbaba a su alrededor, todo perdía su foco mientras el luchaba por lograr esas palabras en su interior.
Incluso la desesperación, el miedo y el odio podían reflejarse en su rostro.
Pero él no lo lograría, todo era inútil.
Su cuerpo se trincaba cual cristal cada vez que respiraba. Sus ojos ardían manteniendo a raya la tristeza. Y su alma gritaba desaforada ya sin voz de la impotencia y de saber que no lo lograría.
Poco a poco esos sentimientos lo envolvían. Asfixiándolo y sumergiéndolo en la oscuridad.
El tiempo seguía corriendo y todo se volvía negro.
Entonces un estruendo se escuchó a lo lejos, cual relámpago en una feroz tormenta.
Luego le siguió otro, y otro más cerca.
_¡¡SANTIAGO!!
La oscuridad centelleo.
_ ¡¡SANTIAGO!!
El muchacho levanto la mirada solo para encontrar un ángel llamándolo.
_ ¡¡SANTIAGOOOOO!!
_ ¿Cómo me llamo? – Pregunto poniéndose una mano en la oreja como buscando escuchar mejor.
_ Y Santiago te llamas bobito. – Le respondió ella con un deje de ironía.
_ Sí, pero mi nombre completo. Decime. – La miro a los ojos y sin darse cuenta dejo salir una sonrisa.
Entonces ella sorprendida de aquel viejo truco, se inclinó hacia atrás y soltó una risotada que no pudo esconder ni tapándose la boca con las dos manos.
_ ¡PfffAJAJAJAJA! ¡Sos un tarado! – Exclamaba con una sonrisa enorme.
_ Decime como me llamo. ¿Sabes cómo me llamo? – Insistía él con su viejo truco y una alegría insostenible.
No recuerdo bien que santo estaba de turno, o que constelación estaba alineada ese día.
Pero ella ensancho aún más la sonrisa y comenzó a cortar el poco espacio que restaba entre los dos, lo agarro de la cara con ambas manos y con un lento movimiento poso sus labios cerca de sus oídos y le dijo: (Susurro-susurro).
¡LO DIJO! ¡Dijo todo su nombre! ¡De inicio a fin! ¡Y DE QUE MANERA!
Ella siempre lo recordó. Siempre lo hizo. Él no podría creerlo.
Santiago estaba... Santiago murió.
Bueno, no había muerto exactamente pero casi. Un movimiento como aquel y de la manera en la que ella lo hizo.
Si no estaba muerto definitivamente estaba frito. Le habría explotado la cabeza de emoción y felicidad.
Ella en cambio no dejaba se sonreír, aparentemente él lo había logrado.
Su hermosa mirada había vuelto. Sus gestos, su risa y hasta su voz. Él logro hacerla feliz otra vez.
Entonces sin dudarlo la tomo de la mano. Como si hubieran vuelto el tiempo atrás, como si nada hubiera pasado,
ellos otra vez de la mano se encontraban.
Pero él no se dejó engañar por aquella felicidad y hermoso momento.
_ ¡Vamos! – Repuso.
_ ¿Dónde? – Pregunto ella.
_ A ningún lugar. Vamos. – Él soltó una sonrisa de complicidad.
_ Bueno. – Contesto ella dejándose llevar y con aquella gigantesca sonrisa.
Ellos lo sabían, el tiempo se acababa y solo les quedaba un lugar al cual ir.
En efecto, ellos irían “Allí donde sale el sol”. Aquel preciado y nostálgico lugar al cual iban para escaparse de todo el mundo.
Y casi sin creerlo, así se fueron los dos, rumbo a ningún lugar.

Pero esta vez de la mano.




























































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Reanudando.



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( Pero esta vez de la mano. )